lunes, 20 de septiembre de 2010

Jesús habla sobre el aborto


Contra hechos no hay argumentos, ya lo dice el refrán popular. Y cuando el asunto es el aborto, los hechos se comprueban por estadísticas, como la del Instituto Guttmacher, divulgada recientemente, que afirma que alrededor de 70 mil mujeres mueren por año en el mundo, víctimas de abortos clandestinos.
Estupro, pedofilia, embarazo precoz, violencia doméstica, entre otros, son algunos de los factores que han llevado a mujeres y adolescentes a buscar clínicas clandestinas para poner fin a un embarazo no deseado, sometiéndose a procedimientos riesgosos, debido a la falta de condiciones hospitalarias adecuadas para atenderlas, principalmente en caso de que se presente alguna complicación.
Siempre digo que estoy a favor del aborto, no de forma indiscriminada, sino en determinadas circunstancias. No hago esto para declararle la guerra a ninguna religión o parte de la sociedad que está en contra del procedimiento. Tengo esta opinión principalmente porque la fe que profeso me impide exaltar la hipocresía. El aborto no es la causa del problema, es el efecto. El problema comienza antes, en la falta de información, principalmente en las clases financieramente menos favorecidas; en la falta de acciones preventivas; en la cantidad innumerable de cuestiones sociales que han provocado la destrucción de hogares y la banalización de la familia.
Diversas manifestaciones sociales, políticas y religiosas condenan la legalización del aborto, en nombre de la "defensa de la vida", pero parecen ignorar o no dar el mismo valor a la vida de los niños que nacieron sin ser deseados o en familias que no tienen la más mínima condición de criarlas, y que andan por ahí, revolviendo la basura para alimentarse, expuestas a todo tipo de violencia en la calle. Tampoco parece importarles la vida de niñas y mujeres que mueren diariamente en clínicas clandestinas de aborto.
Las banderas y carteles que estas personas e instituciones levantan contra el aborto les cubren la visión y les impide ver la verdad de los hechos. Las mujeres no van a salir por ahí aumentando el número de abortos, si la legislación aprueba el procedimiento y deja de considerarlas criminales. Nadie deja de abortar porque está prohibido por la ley. Lo que sí puede suceder es una notoria disminución del índice de mortalidad femenina y del número de niños pobres, desnutridos y víctimas de todo tipo de abuso por ser pobres y estar abandonados.
Para los que creen que no hay fundamento bíblico en lo que digo, cito el momento en el que el Señor Jesús se sentó a la mesa con Sus discípulos para celebrar la última cena, antes de ser torturado y morir. Él anunció que allí estaba presente quien Lo traicionaría, y sentenció: "A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido." (Mateo 26:24).
A mi entender, esa última frase puede ser interpretada como: sería mejor que Judas hubiera sido abortado. Mejor que el futuro de su alma.
El Obispo Macedo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...