Donde hay personas existe el “lleva y trae”, el chusmerío, las intrigas, las críticas, y cosas como esas.
No importa si las personas son adultas, jóvenes o inclusive niños.
La lengua siempre va a trabajar.
En la mayoría de los casos para el mal.
En la iglesia no es diferente. Incluso entre los supuestamente espirituales.
En un momento oran, rezan, hacen plegarias y, poco tiempo después, critican a los demás.
Usan la lengua tanto para el bien como para el mal.
Con ella intentan servir a Dios, pero, con seguridad, sirven al diablo.
¿Cómo administrarla solo para el bien?
¿Cómo defenderse de la lengua ajena?
Solamente existe un camino: el de la fe.
La fe sin alma, sin corazón, sin sentimientos…
Cuando se oyen voces que no están de acuerdo con la Palabra de Dios,
O sea, voces productoras de dudas, de malestar, de conflictos íntimos, de miedos, de preocupaciones, en fin, voces que estresan,
Inmediatamente hay que mandarlas al quinto de los infiernos.
Inmediatamente hay que mandarlas al quinto de los infiernos.
Los de la fe sin sentimientos no juzgan por la apariencia, no le dan importancia a las cosas visibles, no son receptores de las cosas que vienen de este mundo tenebroso.
Por lo contrario, AFIRMAN SUS PENSAMIENTOS Y SUS PASOS EN LAS PROMESAS DE DIOS.
No están interesados en tonterías, en niñerías, y mucho menos en las opiniones ajenas.
No están preocupados por su imagen o por lo que van a decir, etc.
Sean sabios mis queridos, blinden su fe con el poder de la Palabra de Dios, despreciando los sentimientos.
No den importancia a comentarios que alteren su paz.
Sean inteligentes y practiquen este consejo:
"... no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas." 2 Corintios 4:18
